viernes, 18 de julio de 2014

¿Por qué es mejor dormir del lado izquierdo?


Algo tan simple como de qué lado dormir puede ser importantísimo para nuestra salud. Para el que no lo sepa, todos los expertos recomiendan siempre dormir sobre el lado izquierdo ya que es beneficioso para nuestro organismo.

En primer lugar, debemos tener en cuenta que la linfa drena hacia el lado izquierdo, por lo que durmiendo de este lado favoreceremos la eliminación de esos desperdicios que elimina el sistema linfático. Dentro de este sistema se encuentra el bazo, también en el lado izquierdo, con lo cual, recostarse de ese lado facilita el regreso de los fluidos hacia el bazo debido a la gravedad.

Además, dormir hacia la izquierda ayuda al intestino, ya que los desechos se mueven más fácilmente desde el intestino delgado hacia el intestino grueso

El estómago y el páncreas cuelgan sobre el lado izquierdo, por lo que recostándote sobre ese lado, estos estarán colocados de una forma más natural y realizarán más fácilmente su función. Por lo tanto, se realizará antes la digestión, por ejemplo. Por otro lado, el hígado y la vesícula secretan sus enzimas de una forma más fácil tumbados de ese lado.

Pero no sólo estos órganos se ven afectados por la posición de dormir, ya que el corazón también se ve beneficiado. Gran parte de este órgano se encuentra en el lado izquierdo, con lo que, su duermes de este lado, la linfa drenada hacia el corazón se verá ayudada por la gravedad y quitará trabajo a tu corazón. Además, tanto la aorta como la vena cava recibirán más fácilmente el flujo sanguíneo de este lado, ayudando al trabajo del corazón.

En concreto, durante el embarazo recomiendan siempre dormir sobre el lado izquierdo para evitar que todo el peso del bebé recaiga sobre la vena cava, que está en el lado derecho, y facilitar así la llegada de la sangre a la placenta y aportando mayor cantidad de oxígeno y nutrientes al bebé.

¿Necesitas más razones? Pruébalo y verás cómo te sientes mejor

 

miércoles, 9 de julio de 2014

Desgarro muscular en el deporte


La distensión muscular se define como un desgarro parcial o completo de la unión miotendinosa. Por tanto las fibras del tejido se rompen y sangran produciendo un hematoma. Se puede clasificar por su gravedad en: desgarros leves (grado1), moderados (grado2), y completos o graves (grado3). Los desgarros musculares se deben a una sobrecarga dinámica; siendo la causa más típica una contracción violenta con estiramiento excesivo simultáneo. Muy frecuentes en deportes con movimiento o acciones explosivas.

Habitualmente los músculos que se ven más afectados son los de las extremidades (más incidencia en las inferiores), y en los músculos de la espalda. Siendo más habitual en músculos poliarticulares o con una estructura compleja.

Un calentamiento insuficiente o inexistente, aumenta las posibilidades de sufrir una lesión de este tipo, o bien, un entrenamiento con cargas sin una supervisión correcta.

Las sesiones de terapia física y la prescripción de medicamentos relajantes musculares y antiinflamatorios son la base del tratamiento. Un vendaje apretado o una contención no adhesiva pueden prevenir la aparición de un gran hematoma. El frío aplicado a distancia, por medio de aerosoles refrigerantes, si se tolera, puede aliviar. El calor y los masajes están  contraindicados. El tratamiento fisioterapéutico se basa en entrenamiento isocinético, pliométrico, potenciación isotónica, tens y ejercicios funcionales. La recuperación  se observa  aproximadamente entre una y tres semanas según la gravedad.

Hay que tener en cuenta que un desgarro que no se trata adecuadamente puede dar lugar a otras lesiones más graves, como una ruptura completa del músculo. Además, el hematoma es susceptible de causar una infección, una mala cicatrización de la herida o una calcificación que debilitará la fibra muscular. De ahí la importancia de tratar los desgarros adecuadamente.

 ¿Cómo evitar los desgarros?

Calentamiento bien hecho, entrenamiento progresivo, nutrición e hidratación adecuados son la mejor protección contra los desgarros musculares.
 
 

miércoles, 2 de julio de 2014

Fisioterapia en el Enfermedad de Parkinson


El Parkinson se consideraba hasta hace no mucho como una enfermedad del sistema nervioso central de carácter neurodegenerativo, crónico y progresivo que afecta a una zona del cerebro llamada Ganglios Basales y en concreto a una parte del tronco del encéfalo denominada “sustancia negra”. Estas estructuras son las encargadas del control y de la coordinación del movimiento, del mantenimiento del tono muscular y de la postura, gracias a la actuación de la dopamina, sustancia que transmite la información necesaria para ello.

Cuando las neuronas de la sustancia negra que producen la dopamina se dañan, los niveles de ésta disminuyen y las estructuras que recogen la información que “transporta” no son activados como deben, lo que da lugar a la aparición de síntomas característicos de la enfermedad, como son el temblor, la rigidez, la inestabilidad postural y la lentitud y pobreza de movimientos.

Actualmente estamos siendo testigos de una revisión de la definición de la enfermedad, ya que la comunidad científica ha realizado avances que parecen confirmar que no sólo afecta al Sistema Nervioso Central, sino a otras estructuras del sistema nervioso. De ahí la gran variedad de síntomas que no son exclusivamente motores, como pueden ser la depresión, los trastornos cognitivos, diaforesis, alteraciones gastrointestinales, etc.

Es la segunda enfermedad neurodegenerativa después de la enfermedad de Alzheimer.

Cualquier persona puede padecer Parkinson y afecta prácticamente por igual a hombres y mujeres. Suele comenzar a partir de la sexta década de la vida, aunque no sólo afecta a personas mayores un 20% de los casos se presenta en menores de 50 años.

La progresión de la enfermedad varía mucho en función de cada paciente. Aunque es una patología progresiva, con la medicación antiparkinsoniana (entre ellos levodopa) y las terapias de rehabilitación, se puede conseguir retrasar la progresión y mitigar la intensidad  de los síntomas, mejorando la calidad de vida de los afectados.

 OBJETIVOS FISIOTERAPEUTICOS

·         Aliviar el dolor.

·         Corregir las alteraciones posturales, previniendo la aparición de rigidez articular.

·         Fortalecer la musculatura debilitada.

·         Corregir acortamientos musculares.

·         Ganar expresividad y funcionalidad de la musculatura orofacial.

·         Facilitar la deglución y la masticación.

·         Mejorar la función respiratoria.

·         Mejorar la función intestinal.

·         Mejorar el equilibrio y las reacciones posturales.

·         Mejorar la coordinación.

·         Corregir los trastornos de la marcha.

·         Reeducación de las transferencias.