Todas aquellas actividades o afecciones que supongan un aumento de la
presión intraabdominal como la tos crónica, el estreñimiento, los deportes de
impacto y/o los abdominales tradicionales, también pueden ser la causa de los
prolapsos o empeorarlos una vez instaurados.
Una mala alineación postural como es el caso de un exceso de curva lumbar o
hiperlordosis puede empeorar el cuadro, ya que todas las presiones que se
produzcan dentro de la cavidad abdómino-pélvica irán mal dirigidas al periné
anterior, que no es el encargado de soportarlas.
Los tratamientos de fisioterapia indicados en los estadios iniciales, son altamente eficaces y pueden prevenir o mejorar el prolapso en diferentes grados. Algunos tipos de prolapsos de grado I e incluso grado II pueden mejorar tras los tratamientos. Los que mejor responden a la fisioterapia son el prolapso de vejiga y de útero. Los síntomas asociados a esta situación como la incontinencia urinaria, la sensación de pesadez o bulto en la zona genital, el dolor, etc. pueden desaparecer completamente o mejorar de forma importante.
En los casos más avanzados el objetivo es evitar que aumente el grado de descenso y conseguir una mejoría o eliminación de los síntomas asociados. Si la opción quirúrgica es inevitable o el especialista ha considerado que es lo mejor, es muy importante realizar el tratamiento fisioterápeutico como complemento a la misma, potenciando así sus resultados y evitando recidivas a corto plazo.
En Ganbatte, damos tratamiento a estas disfunciones diseñando un plan específico de fisioterapia para cada paciente, centrándonos en la electroestimulación de la musculatura pélvica, la cinesiterapia y la modificación de conductas.